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ras algo más de dos décadas de rodar
por las carreteras, el buque insignia de
la marca del rombo sigue en plena
vigencia, sin perder su particular concepto de
diseño y quizá sea ese uno de los motivos de
que se mantenga esa plena vigencia. Con un
diseño revolucionario en el momento de su
lanzamiento, obedeciendo más al concepto de
los camiones del otro lado del charco, con ejes
en las puntas del chasis, completamente ade-
lantado el delantero, con el acceso al interior
de la cabina por detrás de las ruedas delante-
ras y el habitáculo situado a gran altura. Esto
permitió separar la plataforma mecánica de la
zona habitable, consiguiendo unos excelentes
aislamientos térmicos y sobre todo acústicos.
Además fue el principio del concepto de piso
plano para un camión de carretera y con ello
se consiguió una cabina con una ejemplar visi-
bilidad y un elevado margen de seguridad. Sin
embargo, muchas cosas han cambiado en este
camión desde sus primeras unidades, en el
fondo casi todo: chasis, ejes, motores, cajas de
cambio y hasta la propia cabina poco tienen
que ver con la primera versión. Es el concepto
en sí mismo del camión, la imagen diferente,
la que ha prevalecido y la que ha mantenido
una clientela fiel a lo largo de los años.
Los ingenieros de la marca han realizado un
excelente trabajo adaptando el producto a las
exigencias del momento. Una cadena cinemá-
tica bien armonizada, motor, cambio automa-
tizado y eje trasero, consiguen unas buenas
prestaciones con unos consumos aceptables.
Formas dulcificadas
En la cabina se ha ido mejorado sensible-
mente, dentro de lo posible, la aerodinámica.
Decimos dentro de lo posible, porque un habi-
táculo tan cúbico como este no hace muchas
concesiones a la aerodinámica, pero los res-
ponsables de este campo han hecho su traba-
jo: se han dulcificado un poco las formas, pero
sin perder ni habitabilidad ni agresividad,
señas de identidad de las “cosechadoras”.
El acceso al interior se mantiene invariable,
escalerilla exterior, dos barras de asidero y
pasarela sobre el paso de rueda. Un estilo
peculiar de acceder al habitáculo, que le ha
valido el apodo de “manos sucias”, pero en
definitiva una manera como otra cualquiera
de entrar al camión.
Una vez en el asiento del conductor, lo más
resaltable es sin duda la sensación de espacio,
ya que el piso plano y los más de dos metros
de altura bajo el techo refuerzan la percepción
de amplitud. Las dimensiones de las superfi-
cies acristaladas, tanto del parabrisas como
de las ventanas, o el propio diseño del cuadro,
también colaboran a esta sensación panorá-
mica. El puesto del conductor se encuentra a
una considerable altura del suelo, esto pro-
porciona una visibilidad envidiable, con el
consiguiente aumento de la seguridad, por
una parte porque se ve más lejos y por otra, en
caso de accidente, el conductor está más alto.
Los materiales empleados en el interior del
habitáculo (tapizados, asientos, cuadro, lite-
ras, etc.) consiguen crear un ambiente de tra-
bajo agradable y se ha notado una importante
mejoría en la calidad de estos elementos, espe-
en
la
carretera
Incombustible
Renault Trucks se mantiene en la brecha con su producto estrella, con este
actualizado Magnum, para el que no parecen pasar los años y que perma-
nece más vigente que nunca, gracias al trabajo de los ingenieros de la
marca para dotarlo de más potencia, racionalizando sus consumos y
mejorando sus prestaciones.
En este vehículo disponemos de 520 CV entre
1.450 y 1.900 rpm; cifras muy interesantes, que
se convierten en importantes unidas a los 2.550
Nm de par, entre las 1.050 y las 1.400 vueltas
Texto: Luis Martinez de la Parra
Fotos: Fernando Herranz
Los materiales empleados en el interior del habitáculo consiguen crear un
ambiente de trabajo agradable y se ha notado una importante mejoría en la cali-
dad de estos elementos, especialmente en las terminaciones de los plásticos.
prueba
Renault Magnum 520 DXi E5 EEV