El gas natural vehicular una realidad virtual todavía

Gas natural vehicular, gasnam, gas para el transporteEsta semana se ha celebrado en Madrid el III Congreso sobre el gas natural para el transporte organizado por Gasnam. Podemos decir que ha sido un éxito de convocatoria, el propio Ministro de Industria, José Manuel Soria, fue el encargado de inaugurarlo, y que hemos sido testigos de cómo se va avanzando en su aplicación para el transporte, el de mercancías, que es el que nos interesa a nosotros. Pero todavía queda mucho camino por recorrer para verlo convertido en una realidad en nuestras ciudades y carreteras.

En la inauguración, el Ministro de Industria alertó de la gran dependencia que ahora mismo Europa tiene de Rusia en el suministro de gas natural, lo que lleva a la imperiosa necesidad de buscar otras fuentes de suministro externas además de la posibilidad de extraer gas natural mediante la técnica conocida como fracking o fractura hidráulica . Opción en la que también insistió D. Samuel Furfari, representante de la Comisión de Energía de la Unión Europea.

En este sentido, la Unión Europea ha pasado de oponerse completamente al fracking a aceptarlo dejando a los Estados Miembros las condiciones de su regulación. El Estado español, como recordó el Ministro Soria, ya ha hecho sus deberes y hay una regulación nacional para su extracción pero son las Comunidades Autónomas las que en última instancia tienen que aprobar esta técnica.

Si dejamos de lado la obtención del gas natural y nos limitamos a valorar su uso como combustible posible y real para el transporte de mercancías nos encontramos con diferentes realidades.

La primera de ellas es que el transporte de mercancías por carretera en la Unión Europea va a seguir creciendo en los próximos años. No se prevé un traspaso importante del transporte de mercancías a otros medios, como el ferrocarril o el barco. El crecimiento económico de muchos países de nuestro entorno incrementa aún más las necesidades de transporte por carretera. Ahora mismo, el 96% del combustible consumido en el transporte de mercancías es básicamente gasóleo. Esta tendencia tiene que revertir, porque el gasóleo genera dependencia de los países que lo producen, porque sus reservas no son ilimitadas, porque es caro (incluso ahora que está bajando el precio del barril de petróleo sigue siendo mucho más elevado que el equivalente en gas natural) y sobre todo porque es un combustible contaminante por mucho que se trabaje en las mecánicas de los camiones.

Frente a ello, nos encontramos con un posible combustible como el gas natural que presenta claras ventajas para los transportistas y para la propia sociedad: la primera de ellas es que es mucho más económico a día de hoy que el gasóleo, por lo que recorrer un kilómetro sale mucho más barato que con un motor diésel (entre un 25% si el motor del vehículo es dual, es decir, funciona con diésel y con GNV, y un 50% si es solo diésel);  otra ventaja es sus reducidas emisiones frente a un motor convencional (reduce las emisiones de CO2 en un 20%, las emisiones de SOx son 150 veces menores, las emisiones de NOx bajan hasta un 85% y las de partículas prácticamente también desaparecen. Además no contiene plomo ni trazas de metales pesados y no emite dióxido de azufre), aquí podríamos incluir también que el motor de GNV es más silencioso que un motor diésel, hasta un 50% menos. Finalmente, otra ventaja es que hay gas natural en grandes cantidades (pasando eso sí por la extracción denominada fracking o fractura hidráulica) y procediéndose a la diversificación de la que hemos hablado más arriba para su obtención y suministro la dependencia con respecto a un país o cártel de países no sería preocupante. La abundante oferta incluiría en el mantenimiento de un precio económico.

Valoremos otros aspectos que pueden limitar el uso del gas natural vehicular.

El primero de ellos es el de la fiscalidad, si bien es cierto que en el precio del producto lo que manda es la relación entre oferta y demanda, hay un aspecto clave que es la fiscalidad del mismo y ahí se requiere un compromiso por parte de las administraciones. Ahora mismo, la fiscalidad del gas natural favorece su uso, porque es mínima, pero ¿realmente nos vamos a tener que creer que si el gas natural vehicular se convierte en una alternativa real al gasóleo, los estados miembros no van a imponer una mayor fiscalidad a este producto no ya para recaudar más, sino para compensar con lo que se pierda del gasóleo? Personalmente, nos cuesta mucho creerlo.

Otro problema, y no menor, es el de las estaciones de carga. Baste decir que España es el país de la Unión Europea que cuenta con más estaciones de carga (19 más 10 previstas de inaugurar próximamente) y no da para que un camión pueda moverse libremente por todo el territorio nacional. Hoy en día, las empresas que tienen unidades de gas natural cuentan con una estación de carga propia y emplean estos vehículos en rutas donde no se compromete su autonomía. Si se utiliza el gas natural licuado, la autonomía aumenta.

Porque se pueden contemplar los vehículos duales, es decir, con motor que puede servirse tanto de gasóleo como de gas natural, asegura la autonomía del camión, pero se pierde gran parte del atractivo medioambiental y económico.

Otro de los inconvenientes es el mayor precio de adquisición de los vehículos propulsados por gas natural. Un inconveniente que para los transportistas está pudiendo más que el potencial ahorro económico derivado del uso de este combustible ya que al no contar con ayudas de la administración, el periodo para amortizar el exceso de precio es de cinco años en el caso de un camión pesado y al precio que tiene hoy en día el gas natural.

A la vez, la no demanda de vehículos de gas natural lleva a los fabricantes a no contar con una gran oferta de vehículos. No son pocos los que se echan para atrás por dos motivos añadidos relacionados con la oferta de vehículos, el primero de ellos es la escasa potencia de los motores propulsados por gas natural, por debajo de la media de 470 CV que es la potencia más del gusto de los transportistas españoles y que para el tráfico internacional y la orografía de este país es más adecuada, y el segundo inconveniente, sobre todo para los que hacen internacional, es que no están disponibles en valores de emisiones Euro 6 por incompatibilidad tecnológica entre el sistema de postratamiento de los gases de escape y el empleo de gas natural vehicular.

En cuanto a temas de seguridad, el gas natural es absolutamente seguro ya que no es tóxico, no puede adulterarse, no se condensa, no ahoga el motor, desaparece en caso de fuga ya que tiene menos densidad que el aire.

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