Operación Tractonault es como ha denominado la Guardia Civil a la investigación iniciada hace un año contra dos organizaciones criminales que ha llevado a recuperar 16 camiones y toneladas de mercancías, por un valor superior a los dos millones de euros.
Tras tres registros llevados a cabo en diversas instalaciones en Madrid y Toledo, la Guardia Civil se ha incautado de 16 camiones, toneladas de comida, bebida, baterías de vehículos y tabaco, con un valor superior a los dos millones de euros. En total, hay 31 detenidos y 21 que están siendo investigados «por atentar contra el patrimonio y por pertenencia a organización criminal». El destino de estas mercancías era su venta a supermercados regentados por ciudadanos chinos.
El inicio de la Operación Tractonault fue hace un año tras el robo de un camión cargado de aceite en Santa Cruz de Múdelas (Ciudad Real): todos los miembros detenidos tenían antecedentes por hechos similares.
En el curso de las investigaciones, se detecta que el conductor de los camiones pertenece a una segunda organización criminal, que también ha sido desarticulada, y que se dedicaba a lo mismo que la primera: robo de camiones cargados de mercancías y naves industriales.
Entre las dos organizaciones criminales, se han constatado 36 robos en polígonos industriales de Madrid, Toledo, Ciudad Real, Córdoba, Guadalajara, Salamanca y Burgos.
Los camiones los robaban en viernes o fines de semana, cuando quedan cargados para iniciar la semana el domingo o lunes siguiente, y los desplazaban a naves en polígonos de Madrid y Toledo donde pasados unos días les cambiaban las matriculas por otras falsas o robadas y los llevaban a descargar la mercancía a alguna nave.
La forma de operar, totalmente jerarquizada era la siguiente: el jefe de la organización criminal planificaba las salidas; el segundo escalón fijaba los objetivos susceptibles de ser robados; un tercer escalón de la organización procedía a la manipulación de los sistemas de alarma y localización GPS a la vez que daba cobertura, seguridad, mientras se ejecutaba el robo y finalmente estaban los «receptadores», que compraban la mercancía robada por estas organizaciones para, posteriormente, vendérsela a supermercados, regentados por ciudadanos chinos.
