Hasta los autónomos merecen una segunda oportunidad

Hasta los autónomos merecen una segunda oportunidad

Se nos acusa a los españoles de tener miedo ante el fracaso, de no tener el valor suficiente para lanzarnos tras una idea y ponerla en marcha por miedo al ridículo, al qué dirán, a quedar estigmatizados para siempre, señalados con el dedo por la calle… Pero este miedo, que es real y probablemente cultural, hasta el día de hoy está plenamente justificado.

Y, por desgracia, desde hace unos cuantos años lo vemos a diario, entre nuestros conocidos, vecinos, socios de FENADISMER,… un autónomo que fracasa en su actividad empresarial, por los motivos que sean, propios o ajenos, en este país no solo queda estigmatizado sino que además queda entrampado hasta el cuello con prácticamente nulas posibilidades de poder volver a llevar una vida “honorable, limpia y transparente”, desde el punto de vista profesional o empresarial exclusivamente, por supuesto.

¿Por qué sucede esto? Pues en mayor medida gracias a nuestras leyes que establecen en primer lugar que “la persona física, es decir, el autónomo, ahora llamado emprendedor, responde con todos sus bienes presentes y futuros”, lo que quiere decir, que en los 15 años siguientes, que es el periodo de prescripción según la legislación actual, al fracaso empresarial, todos los bienes, ingresos o activos de cualquier tipo que obtenga el autónomo “fracasado” responden de esas deudas generadas por la iniciativa empresarial. Esto ha llevado a muchos autónomos, y en el transporte lo sabemos bien, al fracaso no solo empresarial sino también personal. Toda tu vida, y la de tu familia, se viene abajo como un castillo de naipes.

Por varios motivos, entre los que pueden estar la necesidad de disponer de emprendedores y pymes, auténticos creadores de puestos de trabajo y generadores de progreso y riqueza en el sistema productivo y económico de cualquier país, y las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, el Gobierno está preparando una Ley de Segunda Oportunidad (por fin una Ley con un nombre adecuado). Una Ley con la que ya cuentan la mayoría de los países “ricos” del mundo.

Esta Ley debiera permitir varias cosas, como por ejemplo que los españoles perdiéramos el miedo al fracaso consecuencia de emprender una actividad económica que sale mal, que el que ha emprendido una vez y ha fracasado (que realmente es algo que debiera ser absolutamente natural) pueda recuperarse de ese fracaso para continuar con su vida personal y laboral sin estigmas y sin verse abocado a la economía sumergida, incluso para lanzarse a una nueva aventura empresarial, pero también, es cierto, que hay que hilar muy fino para evitar fraudes, porque toda ley de Segunda Oportunidad debe incluir exoneraciones de deuda, parciales o totales, con la Seguridad Social, con Hacienda, con los bancos…

Vamos conociendo cosas del proyecto de Ley de Segunda Oportunidad que prepara el Gobierno, por ejemplo que la idea es reducir a 3 años, de los 15 actuales, el periodo de prescripción de la responsabilidad del autónomo (“deudas futuras”); sabemos que Economía quiere que las deudas con las Administraciones Públicas (Seguridad Social y Hacienda) se puedan reducir al 50% si en esos tres años el autónomo demuestra su disponibilidad a trabajar y paga el otro 50%, pero Montoro se muestra bastante reacio a esta quita de la deuda con las Administraciones Públicas, por eso de la igualdad fiscal para todos.

También sabemos que se incluyen quitas con la banca, incluso hasta del 100% de la deuda; medidas para que el autónomo no pierda necesariamente el patrimonio que tenga sujeto a hipoteca o que, al menos, ese patrimonio sirva realmente para reducir deuda si se lo queda la entidad bancaria (con una tasación independiente antes de que la entidad bancaria embargue el bien que será el valor que se aplique para descontar de la deuda que el autónomo tenga con la entidad bancaria); registros públicos de buenos pagadores (no solo de malos, como ahora),… Porque si antes de emprender sabes que tienes posibilidades de reducir tu deuda con Hacienda o la Seguridad Social o bien que podrás disponer de moratorias si fracasas, o que en tus futuros ingresos va a haber un mínimo inembargable que te permita vivir con dignidad, que no vas a pasar a formar parte de una lista de morosos sí o sí… siempre que se constate que no ha habido mala fe por tu parte, será más fácil pasar del dicho al hecho a la hora de tomar la decisión de emprender.

Pero también sabemos que acceder a esta segunda oportunidad no va a ser nada fácil, que son muchos y complicados los requisitos que se van a pedir para que el autónomo, que realmente ha puesto de su mano todo lo necesario para sacar su proyecto adelante y no lo ha conseguido pueda no quedar abocado a la miseria de por vida, solo esperamos que no sean tantos y tan difíciles de cumplir que al final esta Ley de Segunda Oportunidad quede en el limbo de la buenas intenciones, promesas electorales y nada más, como tantas otras, así a bote pronto se nos ocurre la Ley de IVA de caja, la Ley (Estatuto) del Trabajo Autónomo, los TRADES, el paro para autónomos,…

Y no es porque nos vaya a decepcionar el Gobierno a estas alturas, la verdad, es porque realmente necesitamos una Segunda Oportunidad. Sí, los autónomos también nos la merecemos. Y el país, además, la necesita.

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