Con enorme malestar y pesar por la situación vivida, y que aún viven numerosos transportistas, Julio Villaescusa, presidente de FENADISMER dirige una carta abierta a la sociedad en la que lamenta el maltrato reiterado, sistemático y aceptado por parte de todas las administraciones a los transportistas.
Las primeras semanas del estado de alarma y la desatención a los transportistas que trabajaban para que no faltara de nada en hospitales, supermercados, etc; el Brexit sumado al brote en Reino Unido que penaliza de nuevo a miles de transportistas atrapados en pésimas condiciones en carreteras y pistas de aeropuertos en dicho país sin ningún tipo de asistencia. aseo, etc.
Y ahora Filomena, y de nuevo miles de camiones atrapados en carreteras porque las autoridades no cumplen con su función, de garantizar la seguridad y la circulación al menos de los servicios esenciales, y no permiten circular camiones. Que puede entenderse en las primeras horas, pero ¿72 horas camiones embolsados? ¿De verdad?
Julio Villaescusa pone palabras al malestar por la desatención que una vez más sufre el transporte por parte de todas las administraciones.
Filomena: Los transportistas, una vez más los grandes olvidados de la sociedad
Sí algo nos ha demostrado la borrasca Filomena es que, una vez más, los transportistas siguen siendo los grandes “olvidados” de nuestra sociedad. Los ciudadanos se escandalizan cuando unos pocos miles de conductores particulares permanecen bloqueados 12 horas en la carretera, y tienen razón para estarlo, pero no parecen mostrar la misma sensibilidad cuando decenas de miles de conductores profesionales permanecen retenidos contra su voluntad en un margen de la carretera más de 72 horas seguidas, “embolsados” como ahora lo denominan oficialmente, como si de un paquete de comida se tratara.
Estos mismos profesionales de la carretera son los que durante las Navidades permanecieron una semana atrapados en las pistas de un aeropuerto abandonado o en una cuneta de una autopista en el Reino Unido; o los que, cuando se produce cualquier conflicto o manifestación en la carretera, son los principales perjudicados, sin que en ningún caso se organice operación alguna de salvamento para ir a rescatarlos.
Pero, a su vez, son los que hoy, con mucha dificultad y riesgo para su seguridad, están transportando los alimentos necesarios para que las ciudades no se queden desabastecidas después de las nevadas; los que están llevando miles de toneladas de sal para que los servicios municipales pueden eliminar el hielo de las calles; los que están suministrando los combustibles necesarios para que ninguna casa se quede sin calefacción; en definitiva, los que prestan el servicio esencial que la sociedad aún no ha sabido reconocer.
